martes, 6 de enero de 2015

Un sol muriendo a Orillas del barranco de su mente

Ella corría a la nada, sin saber hacia donde iba, tan solo corría con su corazón a mil queriendo desprenderse de su alma, de su cuerpo, de su vida terrenal, queriendo volar y desmentir a aquellos que quieren aferrarse al suelo solo porque dicen que es imposible el cielo.
Entre la respiración entrecortada y esa combinación de emociones que vibravan por todo el cuerpo, la sangre fluía sin parar y sentír como las piernas temblaban era una sensación única e inexplicable, como si el cielo reclamara su presencia, su estadía en el espacio infinito de su existencia.
Sonreía como si fuera una aventura de amor prohibido, aquellas en las que no está permitido compartir ni miradas, ni roces, de esas que tientan a seguir haciendolo por que le hacen sentir viva, le hacen sentir algo, lo prohibido se vuelve adictivo y las sensaciones son exquisitas al saber que pueden descubrir esos pensamientos oscuros que inundan su mente, en su ser, en su más profundo interior, es por eso que corre, corre con todas sus fuerzas para alcanzar el punto más alto de aquella ciudad y al llegar al final tan solo queda de ella un grito sin final tragado por el espacio y el tiempo de aquella tarde con un sol muriendo a orillas del barranco de su mente.



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